Este fin de semana, la actividad de la
catequesis de adolescentes y jóvenes de la parroquia de los Ángeles de
Tomelloso se tornó vivencia. Lo que entra directamente al corazón, se entiende
mucho mejor. Así, el sábado bien temprano,
chicos y chicas entre 11 y 16 años, sus animadores y nuestro párroco,
Antonio López, poníamos rumbo a tierras
burgalesas. El destino, Santo
Domingo de Silos, La Aguilera y Aranda de Duero; y el sentido conocer la vida Consagrada y la Eucaristía. La Vida
Consagrada nos aguardaba en los Monasterios de Silos y San Pedro Regalado, y la
Eucaristía en el marco de las Edades del Hombre.
Eran las doce en punto cuando el autobús nos
dejaba en Santo Domingo de Silos. El cielo andaba plomizo, me sorprendió la
muralla que lo guarda y aguarda. El muro es corto y en curva, pero se torna camino,
como si peregrinar fuera imprescindible siempre (lo es), para poder bajarse de
una misma y entrar por la puerta del Misterio.
A la entrada nos acoge Roberto, uno de los
monjes del Monasterio. La acogida en todo lugar es fundamental, pues de ella
depende en gran medida nuestra disposición (Apertura), frente al prejuicio
(cerrazón). Silos abre sus puertas y su corazón a todas las personas que buscan
encontrarse con Dios.
El corazón de Silos es su claustro románico. El claustro, explica Roberto, es el centro de la comunidad monástica,
hacia él convergen y de él parten los otros edificios del monasterio y todas
las actividades del monje, por ello, además de centro convergente por su
ubicación, había de ser bello…. Sigue y prosigue… a Roberto se le nota que conoce bien lo que
cuenta, no porque lo haya estudiado, que también, sino porque le brota de un
corazón tocado por el Amor.
La última parte de la visita es la más
esperada, Roberto sentado sobre una mesa, nos cuenta su experiencia, cómo era
su vida antes de ser monje, cómo fue su llamada y cómo es su día a día en el
Monasterio, contesta a nuestras preguntas e inquietudes, y en la normalidad de
su vida, descubrimos la extraordinaria Vida de su vocación.
Terminamos a la hora del Oficio de Sexta de los
monjes y nos unimos a su rezo.
Tras comer, recorrimos los cincuenta y cuatro
kilómetros que nos separaban de La Aguilera, allí se encuentra el Monasterio de
San Pedro Regalado en dónde se asienta la comunidad Iesu Communio.
Iesu Communio, con origen en las clarisas del
Convento de Santa Clara de Lerma, es desde 2010 un instituto religioso femenino
de derecho pontificio, una sola comunidad con dos sedes y una sola abadesa. Las
sedes Lerma y La Aguilera, la abadesa y fundadora, Sor Verónica Berzosa.
Nos reciben a la puerta dos religiosas que nos
conducen al locutorio. Esta tarde, en la Iglesia del Monasterio, profesarán dos
jóvenes, María Blanca y Francesca María, sus votos perpetuos; y antes, en el
locutorio charlarán con los familiares y amigos que las van a acompañar, entre
ellos, también nosotros. Una experiencia a la que no estamos acostumbrados y a
la que nos disponemos con ilusión y también con cierta perplejidad.
En la Aguilera nada es típico, ni tópico. Desde
el número, o la edad, al Monasterio o el locutorio, pasando por la alegría de
sus monjas.
No es típico el número de monjas: Son más de
200, creciendo sus vocaciones a un ritmo nada usual en los tiempos que corren,
el veinte por cierto de las monjas que hay en la Diócesis de Burgos, son Iesu Communio.
No es típica la edad: La media de ronda los
25-35 años.
No es típico el Monasterio de San Pedro
Regalado, pues mengua en la misma proporción que crece el número de monjas,
cediendo paso a nuevos edificios a su lado que se “comen” su equilibrio
estructural.
No es típico el locutorio. Es una gran estancia
circular, con una gran iluminación natural y dispuesta en dos gradas
enfrentadas, de tal manera que en una de las gradas se sitúan las monjas y en
la otra los familiares y visitantes; haciendo posible que unos y otros se vean a
la perfección, facilitando así la cercanía, el dialogo y la familiaridad. A
pocos metros del locutorio y en construcción, la nueva Iglesia que demanda el
gran número de vocaciones.
Y no es tópico, o no debe ser un tópico, la
alegría de quien es llamada a una vida consagrada, sino un gozo contagioso de
Gracia.
Me impactó verlas a casi todas juntas en el
locutorio, impresiona el número, impresiona la edad y, reiterando, impresiona la
alegría y la certeza de su opción que desprenden sus ojos, su sonrisa y sus
testimonios. El diálogo monjas-visitantes es constante, las monjas cantan,
incluso se arrancan por sevillanas, dejando perplejos a nuestros jóvenes cuya
idea de una monja antes de venir, era, por desconocimiento, otra muy diferente.
Tras hora y media que pasó
volando, nos avisan del comienzo de “la boda”. Boda con novias, las nuevas
monjas. Boda con Novio, Jesucristo. Y boda con testigos e invitados, todos lo
que allí asistíamos. Las novias recibieron su anillo de esposas y fueron
coronadas con una tiara de flores blancas. Radiaban felicidad y amor.
Al acabar regresamos, de nuevo,
al locutorio donde siguió la charla con las monjas y donde pudimos despedirnos
con dos deseos: compartir algún día otro momento con ellas y,
contar todo lo que habíamos visto y vivido.
La Aguilera no deja indiferente
a nadie, los hay entusiasmados con lo que allí ven, los hay incrédulos con
muchos interrogantes, pero, sobretodo, pienso que los hay que creen que todo es
mucho más sencillo, pues saben que sólo sí es del Espíritu, será.
En Silos fueron apenas dos horas y cuatro en La
Aguilera, pero nos parecieron días enteros. Al día siguiente visitamos las
Edades del Hombre en Aranda de Duero, poniendo así fin a dos días muy intensos
que ni los chicos, ni sus monitores podremos olvidar.
*Nota: la foto de las monjas de Iesu Communio
no es de este sábado, pues no permiten hacerles fotos, pero doy fe que el locutorio
estaba igual de lleno que en la foto reproducida.