(Crónica del Concierto Benéfico de la Orquesta Sinfónica Verum para enTomelloso.com)
Erase una vez un Cuento de
Navidad. Como cada año y desde hace seis, el Teatro Municipal de Tomelloso se
viste de gala para acoger el Concierto Benéfico de la Orquesta Sinfónica Verum.
Muchos somos los que lo esperamos con impaciencia y expectación cada edición.
La familia López-Montero, al frente de Bodegas y Viñedos Verum, quiere hacer
coincidir siempre la fecha del Concierto, 27 de diciembre, con la del
aniversario del nacimiento de su fundador D. Juan Antonio López Ramírez. Este año
las entidades a quienes se han dirigido los donativos son la ludoteca “Nadie es
tan feliz”, pionera en Castilla-La Mancha, la Tercera Orden del Carmen para su
misión en Burkina Faso y la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer
de Tomelloso.
Erase una vez un cuentacuentos. A
las 19:45 en punto Miguel Romea, director la Orquesta, vestido aún de forma
informal y sentado sobre el escenario con el concertino a su espalda dispuesto
a refrendar las enseñanzas de su maestro, nos desgranaba con un “aperitivo
musical” de casi tres cuartos de hora el
repertorio elegido para la velada: Gran
Cueva de Montejano, Cascanueces de Tchaikovsky y Scherezade de Korsakov. Con la
cercanía de quien se siente a gusto, con la pasión de quien le corre música en
lugar de sangre por sus venas y con la ternura y delicadeza de quien tiene en
sus manos la posibilidad de hacer de la individualidad de cada instrumento un
conjunto orquestal donde el resultado no es la suma de sus componentes sino la
exponencialidad de lo magistral, Romea nos hechizó. Un lujo para quienes
pudimos acercarnos un poco antes de la hora indicada para el comienzo del
Concierto.
A las 20:30, y con el aforo del
teatro al completo, Erase una vez un prólogo a cargo de Juan Antonio López
Montero, Consejero Delegado de Bodegas y Viñedos Verum agradeciendo la generosidad
y acogida a todos los asistentes, el
buen hacer de las causas a las que este año va dirigida la recaudación del
Concierto, así como la colaboración de los patrocinadores, sin olvidar la
inestimable labor y dedicación de los miembros de la Orquesta Sinfónica, sin la
cual, sería imposible hacer realidad este cuento. La música por ser de las artes la más abstracta sufre, si cabe, con
mayor dolor las consecuencias de la actual situación económica, decía López
Montero, quien pidió a las autoridades que no dejen a la deriva su destino.
Erase una obra dedicada a la alegría del cava y con
regusto del ambiente de los años 20, erase Gran Cueva de nuestro paisano
Alejandro Montejano, erase una obra que contagia alegría uniendo tradición y
modernidad.
Erase una vez la magia. El viaje
fantástico al mundo de los cuentos infantiles ya no tenía retorno, “El
Cascanueces” de Tchaikovsky había
comenzado, magistral, impresionante, obra por todos conocida pero que ahora
cobraba vida y nos hacía protagonistas.
Erase una vez una alfombra
mágica. La segunda parte fue la magia de Scherezade de Rimsky-Korsakov, sublime,
imposible describir con palabras los sentimientos que se agolpan mientras la
orquesta va narrando, sí, narrando, porque a través de la interpretación fuimos
capaces de soñar con las mil y una noches.
Erase una vez un público
agradecido que no sabía cómo dejar de aplaudir a quienes les habían trasladado
a un mundo mágico.
Erase una vez la generosidad de
una familia, de unas Bodegas, de una gran Orquesta Sinfónica, de un gran pueblo
solidario con los suyos y amante de las artes, érase una vez una noche de
diciembre que se transformó en un sueño.
Y Colorín colorado, este cuento….
no ha acabado, continuará…